domingo, 27 de agosto de 2017

Inés y la alegría.

Almudena Grandes, Tusquets, 2010.


Virginia ya nos recomendó esta novela hace años, podéis releer su reseña aquí. En un par de semanas sale a la venta el cuarto de los “Episodios de una guerra interminable” y de ahí que volvamos a esta obra.
El primero de los episodios recrea la invasión del valle de Arán en octubre de 1944 por un ejército de republicanos españoles que residían en Francia desde que dejaran España al ser derrotados durante la Guerra Civil. Inés, la protagonista de la historia, y una de las tres voces narradoras, nace en una familia rica vinculada a Falange. Ella se desmarca y su activismo durante la guerra la lleva a la cárcel y por intercesión de su hermano a un convento. En 1944 reside en una casa en Lérida de la que se fuga para unirse al ejército de la UNE (Unión Nacional Española), donde conocerá a Galán, militar del que se enamora perdidamente, así como a muchos otros de los hombres que combaten junto a él. Inés se convierte en la cocinera del cuartel y una vez se retiren a Francia trabajará junto con otras mujeres en un restaurante de comida española.
Galán será otra de las voces narradoras. Inés narra habitualmente desde el ámbito doméstico: la cocina, la familia, las relaciones de amistad entre las esposas de los militares. Galán proporciona una óptica más fría, nos habla de la estrategia militar, de los contragolpes políticos, de la vida clandestina, del riesgo, de la lucha y de la muerte.
La tercera voz es, como ella misma declara en el epílogo, de Almudena Grandes, que, sorprendida ante el desconocimiento que hubo entonces y se mantiene hoy ante un episodio de tamaña magnitud, opta por hablarnos de la dirección del PCE y de las facciones internas que justifican el silencio que ha cubierto lo relativo a este fracaso. Nos habla de cómo la cúpula del PCE se ausenta de España, repartida entre Moscú y La Habana, y cómo Dolores Ibárruri confía la dirección del partido en Francia a Carmen de Pedro. Nos cuenta cómo Jesús Monzón la seduce y esto le permite ir ganando cuota de poder, y que gracias a su inteligencia y carisma reconstruye el partido en Francia y España, ideando la invasión. Sabremos de la relación amorosa entre la Pasionaria y Francisco Antón, 15 años más joven que ella. Nos contarán como se le encarga a Agustín Zoroa recobrar el control de la situación y cómo éste acaba casándose, en un extraño juego del destino, con Carmen de Pedro. E iremos viendo apariciones de Carrillo, acciones del cónsul inglés Samuel Hoare y las reacciones de Franco ante lo ocurrido contadas por su hermana Pilar.
Esos son los tramos que me han resultado más interesantes, probablemente por mi desconocimiento sobre todos los temas planteados. Las partes de Inés y Galán, aun cuando me han gustado bastante (sobre todo la parte de Arán) están, en mi opinión, lastrados por un estilo que tiende en exceso a la adjetivación. El tono épico y grandilocuente es inevitable y no me pesa en la novela, pero si las descripciones demasiado largas. También me ha costado seguir los continuos saltos temporales con los que se construyen los capítulos: se empieza en un año (normalmente del futuro), se da un salto a mucho antes, y decenas de páginas después se retoma el año inicial.
Según va avanzando la novela y se consolida la vida doméstica en el exilio, cada vez más lejos de la clandestinidad, el ritmo languidece y cuando aparecen los nietos se hace ya largo. Entiendo que Grandes quisiera cerrar la obra cuando fallece Franco y los protagonistas pueden por fin retornar a España, con todo lo que tiene de homenaje a los miles de republicanos que tuvieron que marcharse; pero para mí agranda innecesariamente la obra.

A mí me ha gustado, pero más por lo que cuenta que por cómo se cuenta. Os la recomiendo.