jueves, 28 de marzo de 2013

Gabo. Memorias de una vida mágica.

Óscar Pantoja, Miguel Bustos, Felipe Camargo, Tatiana Córdoba y Julián Naranjo. Sins Entido, 2013.

¿Es el cómic un vehículo demasiado ligero para contar una biografía, o su aspecto visual permite conectar más directamente con un público que no leería las memorias de un autor? Según lo que contestéis a esta pregunta os gustará o no esta novela gráfica que combina episodios de la vida de García Márquez con momentos relevantes de la escritura de su obra, especialmente de Cien años de soledad (en adelante, CAS). Desde la carretera por la que conduce para disfrutar de unas vacaciones junto a su familia en la playa -y en la que se le ocurre la mítica primera frase de la novela - a su infancia en la casa de los abuelos, o  la madrugada en la que una llamada de teléfono le informa de que le han concedido el Nobel.
Accederemos a su universo personal: sabremos que sufría pesadillas de niño, que las dificultades económicas le llevaron incluso a dormir en la calle, que se enamoró de su mujer a primera vista cuando ella tenía 11 años y él 17, que empeñaron las alianzas de boda para mandar CAS al editor Porrúa. Y nos contarán también que muchos detalles de CAS que a tantos nos fascinaron tienen germen autobiográfico: su hermana comía tierra, su abuelo (coronel que en su vejez fabricaba pescaditos de oro) le llevó a conocer el hielo en la compañía bananera... Porque CAS es una mezcla de sus recuerdos de infancia, de la lectura de Faulkner, Kafka y Rulfo, y de ese tono inconfundible que imprime Gabo.
 Está estructurado en cuatro partes, cada una caracterizada por un color e ilustrada por un autor distinto, lo que provoca transiciones algo incómodas al pasar de un dibujante a otro, especialmente en las partes tercera y cuarta, en las que la ilustración me ha gustado menos.
Para mí ha sido un placer reencontrarme con uno de los escritores que más admiro, autor de la que considero sin duda la mejor novela del siglo pasado escrita en castellano. Os animo a leerlo, porque un acercamiento al maestro nunca es una pérdida de tiempo.

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