jueves, 23 de diciembre de 2010

Todo lo que se llevó el diablo

Javier Pérez Andújar, Tusquets, 2010.

Pérez Andújar nos acerca a las Misiones Pedagógicas, proyecto educativo que durante la Segunda República se propuso acercar la cultura al mundo rural y para ello organizó una red de maestros voluntarios ("misioneros") que iban por los pueblos llevando bibliotecas móviles, teatro de títeres, cortos de cine, etc.

En la novela cruzan tres ejes: en 1935, las aventuras de unos maestros que se dirigen a la sierra de la Culebra con su cargamento de libros; también en la misma época, el deambular de Velasco Flaínez, muchacho lobero que queda huérfano y vaga en busca de un tío suyo al que no conoce (ambas historias se cruzarán a mitad de la narración); y en el tiempo presente, el seguimiento de un coleccionista de cómics de la figura de Arcos Paulín, dibujante español que se exilió tras la guerra y acabó sus días en Bruselas. En medio, apariciones de personajes históricos: Azaña borracho lamentándose por el curso de los acontecimientos; Tomás Navarro Tomás y Zamora Vicente preparando el atlas dialectal de España (en una caracterización que roza lo ridículo), García Lorca dirigiendo una actuación de La Barraca...

La alteración de tiempos nos permite acercarnos al "durante" y al "después": recrea la inestabilidad política, la violencia, las posiciones de burguesía e iglesia, y dibuja qué ocurre tras 1939, el exilio forzado de los perdedores.

La parte dedicada a ilustrar sobre las Misiones es didáctica e interesante, y el camino de Velasco Flaínez está repleto de encuentros con de tipos curiosos que nos recuerdan el esquema de la novela picaresca, que le van dando enseñanzas más o menos válidas y de los que obtiene objetos que le ayudan en su viaje. Ahora bien, lo que debería convertir esta narración en novela (la creación e interactuación de personajes) queda bastante pobre. El protagonismo está demasiado repartido, nos encontramos con muñecos que sólo sirven para mantener diálogos, con frecuencia largos y artificiales (especialmente entre los maestros), que permitan ilustrar sobre el tema en cuestión. Los personajes no tienen fondo suficiente, y la novela queda coja. Muchas de las anécdotas que cuenta parecen caricaturescas y son difíciles de creer. Y no me convence cómo entreteje los capítulos de 1935 con los actuales; no acabo de entender qué aporta la figura de Paco Castañón tomando cañas con sus amigos o paseando por Bruselas. Creo que hubiera funcionado mejor ambientada en un único momento.

Conclusión: sólo recomendable para aquellos interesados en acercarse al proyecto de las Misiones Pedagógicas.

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