jueves, 23 de septiembre de 2010

Lo que me queda por vivir


Lo que me queda por vivir, Elvira Lindo, Seix Barral, 2010.
Si hay una palabra que define este libro es triste. Elvira Lindo ha vuelto con una historia que produce tristeza y una profunda angustia.
En el Madrid de los 80 Antonia se ve sola con un niño, en medio de tormentosas relaciones sentimentales, desarraigada de su familia, huérfana de madre, mientras se gana el pan, casi siempre a horas intempestivas, como redactora de radio y televisión.
Antonia es lúgubre, otoñal, y con esa actitud se enfrenta a la vida, a sus inseguridades y a la infelicidad al lado de un hombre que la humilla. Gabi es su perfecto contrapunto: vivaz, alegre, inteligente, sensible e incondicional. Siempre atento de su madre. Un niño al que dan ganas de achuchar. Es él quien, contra toda lógica, lucha por la felicidad de ambos, con sus bailes, sus enfermedades psicosomáticas, sus gestos cuidados y sus afectos desmedidos. Un complejo de Edipo que enternece pero en el que maneja los tiempos y reconoce los esfuerzos maternos por estar a la altura.
Me ha gustado leer como, primero como hija y siendo madre después, evoca imágenes de su infancia, de la cocina de su casa donde “vivían” las mujeres, los olores, los pajaritos cantarines, la radio siempre de fondo... Son las madres y las abuelas de muchos de nosotros. Ésta es la única parte en la que he conseguido involucrarme en sensaciones, momentos y bonitos recuerdos de no hace tanto tiempo.
Incluso la narración me ha resultado sobresaltada, a trompicones, desigual y muy irregular. Alternar diferentes tiempos narrativos (que a veces quedan descolgados) y larguísimas reflexiones no siempre funciona. Teniendo en cuenta que los personajes principales se anuncian desde la portada, las páginas que dedica a secundarios sin relevancia me parecen prescindibles. El final bonito, abrupto y acelerado, con prisa. La anunciada parte autobiográfica es, creo, poco verosímil, y el título sacado de un bolero, demasiado romántico para el contenido del libro.
Después de Una palabra tuya decidí darla otra oportunidad, pero me sigo quedando con Manolito Gafotas, el Imbécil y Susana Bragas Sucias. No me creo a la autora adulta, la prefiero guasona e infantil.
Virginia

No hay comentarios:

Publicar un comentario